Mejora la Universidad Rey Juan Carlos
En esta página pretendo dejar mis reflexiones sobre la situación de la Universidad Rey Juan Carlos y, lo que es más importante, ofrecerte un forma de aportar tus ideas y de ayudarme a profundizar en las mías, con el fin de que juntos tratemos de buscar la forma de mejorar nuestra Universidad. Quiero comenzar, no obstante, estableciendo algunas bases que deben regir una institución como la nuestra.
Junto a éstas, he organizado mis reflexiones en tres grandes bloques: Personas, Funciones y Recursos. En cada apartado tienes la posibilidad de compartir conmigo tus ideas. Como te decía, te prometo que las estudiaré con el rigor y el cuidado con el que tú las aportas. No dejes pasar esta oportunidad, nos la merecemos.
Bases para la mejora
Creo que hay siete principios que deben regir la actuación de la Universidad Rey Juan Carlos. Como verás, son cuestiones generales pero que resultan, desde mi punto de vista, básicas para avanzar en la dirección correcta.
Participación. Somos una organización compleja en la que el mayor activo es el capital humano. Por ello, debemos aprovechar todo su potencial lo que requiere de cercanía, disposición al dialogo, a la reflexión, a la búsqueda del consenso.
Respeto. Desde su creación, la Universidad Rey Juan Carlos se ha caracterizado por integrar personas y actividades con marcadas diferencias. En esa diversidad hemos encontrado un gran potencial de avance pero también de conflicto. Debemos resolverlo y apostar por el respeto por las diferencias de todo tipo, por el derecho a ser diferente, a aportar de formas distintas sin que eso suponga exclusión alguna.
Planificación. Necesitamos con urgencia realizar un análisis estratégico, externo e interno, que permita fijar objetivos coherentes con nuestras posibilidades y con las oportunidades que brinda el entorno. El establecimiento de esos objetivos guiará nuestra actuación y dará sentido a las acciones que se emprendan.
Transparencia y comunicación. Debemos mostrar nítidamente cuál es nuestro plan y por qué lo desarrollamos. Además, la comunidad universitaria debe conocerlo, si así lo desea, y debe tener conciencia de cuál es su papel en la consecución de esos objetivos.
Coherencia. Con el proyecto, con las personas y con los objetivos que se establezcan. Es vital fijar un rumbo y orientar el proyecto hacia él.
Sostenibilidad. No sólo económica, pero también económica. Debemos ser una institución económica, social, medioambientalmente sostenible.
Responsabilidad. Debemos ser una institución socialmente responsable, con todo lo que ello implica. Nuestro carácter público nos lo exige.
Creo firmemente que si el gobierno de nuestra Universidad respeta estos principios desarrollaremos un magnífico proyecto, del que todos nos sintamos satisfechos.

PERSONAS

FUNCIONES

RECURSOS
ESTUDIANTES
Los estudiantes son la principal motivación para la existencia de una institución universitaria. Sin ninguna duda, los alumnos dan sentido a la universidad y, sin embargo, a menudo nos olvidamos de este sencillo hecho.
Cuando un estudiante se incorpora a nuestra institución está tomando una de las decisiones cruciales en su desarrollo vital. Busca construir la base en la que asentar su proyecto personal y profesional. De la formación que reciba en nuestras aulas y de las experiencias y oportunidades que pongamos a su alcance dependerá su desarrollo futuro. Este hecho nos plantea un reto de incalculable valor y que debe ser atendido con la mayor de las dedicaciones, tratando de ser excelentes en el desempeño de esta tarea.
El recorrido de la Universidad Rey Juan Carlos en este terreno ha sido sobresaliente, si nos centramos en el número de estudiantes. A pesar de que acabamos de cumplir 20 años, somos la segunda institución universitaria de Madrid, en número de estudiantes, y estamos entre las 10 primeras de España.

Además, recibimos cada vez más estudiantes de fuera de Madrid.

La vitalidad se aprecia claramente en el gran incremento de oferta.

La cifra es escandalosamente llamativa, más aún si se compara con el resto de universidades madrileñas, detectándose algún síntoma de que estamos excediendo nuestros límites y que estamos apostando demasiado por la cantidad, aspecto que puede afectar a la calidad.


Este hecho debe hacernos sentir orgullosos pero, al mismo tiempo, también debe ser un motivo de reflexión. ¿Este crecimiento ha sido objeto de una planificación? ¿El incremento en el número de estudiantes está justificado? ¿Conseguimos cumplir mejor nuestro objetivo de ser excelentes en la docencia o, al contrario, ofrecemos un servicio de menor calidad por la saturación de estudiantes?

Analicemos cuál es la situación de estos estudiantes. ¿Qué políticas se han aplicado ante la subida de tasas por parte de la Comunidad de Madrid? El hecho de ser la peor financiada de las universidades públicas madrileñas (y españolas) nos ha conducido a ajustarnos a los máximos definidos en los decretos de tasas, proponiendo bolsas de ayudas para estudiantes con situaciones sobrevenidas. ¿Son suficientes las becas o deberíamos proponer medidas adicionales que permitan mejorar este aspecto? Y respecto a estudiantes excelentes, ¿hemos hecho algo para captarlos o para fomentar su carrera? ¿Deberíamos?
¿Hemos cuidado a nuestros estudiantes? ¿Les hemos escuchado? Quizá deberíamos crear medios que permitan a nuestros alumnos y alumnas acercarse y comentarnos no sólo sus problemas sino sus proyectos y deseos. Esta es su universidad y tienen que implicarse en ella. Quieren hacerlo y debemos facilitar el proceso. Creo que una vez que consigamos esa comunicación seremos capaces de poner en marcha proyectos de estudiantes para estudiantes.
No quería dejar de destacar la labor realizada por la Unidad de Atención a Personas con Discapacidad. Cierto es que no se dedica exclusivamente a estudiantes pero no es menos cierta la magnífica función que cumplen con los alumnos. No obstante, creo que debemos realizar un análisis que nos permita conocer si se están destinando los suficientes recursos.
También debemos reflexionar sobre cuál es la postura que la Universidad Rey Juan Carlos quiere tomar respecto a sus egresados. Creo que la creación de la actual oficina es un paso pero también creo que hay mucho camino por recorrer y que el rendimiento que podemos obtener en el futuro superará con creces la inversión.
Éstas son algunas ideas para este colectivo que, como decía al inicio de estas líneas, es absolutamente fundamental. Sin embargo, estoy convencido de que muchas más son las ideas sobre las que tenemos que reflexionar y muchas más las preguntas que necesitan respuesta. Como te decía, te animo a que compartas conmigo tus reflexiones y a que juntos las pongamos a disposición de quien gobierne nuestra Universidad.
PERSONAL DOCENTE E INVESTIGADOR
No hay ninguna duda de que tenemos una magnífica plantilla de profesores que atienden con esfuerzo e ilusión las obligaciones propias de su profesión, tratando año tras año de cumplir con creces con su carga docente y con sus labores de investigación. La crisis económica y la falta de financiación, que nuestra Universidad ha padecido de manera especial, nos ha llevado a no poder compensar de forma adecuada los esfuerzos que hemos realizado, con la consecuente desmotivación que ello supone.
Llama la atención, además, que mientras que el número de estudiantes que integran la comunidad universitaria se ha incrementado exponencialmente, el número de profesores no lo ha hecho, si exceptuamos la necesaria incorporación de Profesores Asociados de CC. de la Salud, imprescindibles para la impartición de prácticas en estas titulaciones. Este hecho redunda, necesariamente, en la asunción de un mayor número de estudiantes por profesor lo que también conduce a dos consecuencias inevitables: mayor trabajo para los docentes en el intento de mantener el nivel de calidad que los estudiantes merecen y el detrimento del servicio, con la consecuente pérdida de motivación de unos y otros.


Tanto profesores como estudiantes somos conscientes de la necesidad de tomar medidas que palien la situación. Uno de los ejemplos más notables son los Trabajos Fin de Grado. Los estudiantes se ven inmersos en un proceso complejo en la búsqueda de director, en gran medida porque el reconocimiento actual es insuficiente. ¿Debemos seguir reconociendo cada dirección como 0,1 crédito? ¿Debemos hacer pagos “extraordinarios” por la dirección?
Por otro lado, si realmente queremos establecer un compromiso con la excelencia docente, tenemos que tratar de motivar al profesorado en esta tarea. En este sentido, es cierto que el programa DOCENTIA de nuestra universidad se encuentra en un estado de implantación muy avanzado, pero las consecuencias desde un punto de vista de compensación no son claras y deberían serlo en términos académicos y económicos. ¿Deberíamos dar un paso más y que el profesor excelente en la docencia perciba que su esfuerzo tiene recompensa?
Por otro lado, tampoco podemos obviar que la naturaleza multicampus de nuestra Universidad, aunque permite cumplir los objetivos de servicio público, también implica un reto y, a menudo, un esfuerzo para nuestros profesores, que terminan teniendo que desplazarse, con la consecuentes desventajas que ello supone. ¿Deberíamos poner límites a esos desplazamientos? ¿Son adecuadas las condiciones en las que trabajan los profesores desplazados? ¿Estamos compensando correctamente a los profesores por esos desplazamientos?
La Universidad Rey Juan Carlos ha tratado de no quedarse atrás en la implantación de titulaciones de carácter semipresencial, así como la propuesta de estudios impartidos en inglés. A la vista del panorama nacional, nuestra Universidad debe perseverar en el esfuerzo realizado. Sin embargo, esa apuesta debe ir refrendada por una inversión y un reconocimiento del esfuerzo realizado por los docentes que son los que verdaderamente asumen el coste. En este terreno, tanto la formación (en nuevas tecnologías y en idiomas) como el reconocimiento económico y/o académico pueden suponer un elemento que permita impulsar nuestro desarrollo en este ámbito. ¿Lo estamos haciendo actualmente?
La investigación constituye en la actualidad la piedra angular en la evaluación nacional e internacional de las instituciones universitarias. Debemos motivar a nuestros profesores a realizar contribuciones científicas de impacto que sitúen a la Universidad Rey Juan Carlos en posiciones de privilegio en esos rankings. Los incentivos a la investigación realizados por el actual equipo de gobierno han supuesto un esfuerzo en el que debemos insistir e incluso ampliar. Sin embargo, ¿deberíamos trabajar más en el lado de los recursos? ¿Tendríamos que ofrecer más formación o más posibilidades de captación de talento para ayudar a construir equipos? ¿Deberíamos tratar de mejorar la gestión de procesos burocráticos con la investigación y que consumen mucho tiempo de los investigadores?
Las labores de gestión deben ser objeto de una adecuada compensación. Los profesores que voluntariamente deciden invertir una parte de su carrera en la dirección del rumbo de nuestra Universidad deben ser compensados en la misma medida que lo son en otras universidades. Estas actividades, si son desarrolladas con el rigor y la dedicación que merecen, absorben una parte muy importante de la jornada laboral, con el consecuente menoscabo de las otras tareas. En los últimos años, la política de la casa ha sido la reducción de estas compensaciones, dando lugar nuevamente a la desmotivación para asumir estos puestos. ¿Es una política correcta?
En otras universidades, existe una unidad que, con distintas denominaciones, realiza una labor de vigilancia y propuesta de reglamentos y recomendaciones para mejorar respecto a ética y buenas prácticas de la actividad docente e investigadora. ¿Deberíamos avanzar en este terreno? Por supuesto, también debemos considerar todos los aspectos que tienen que ver con la nula (o casi nula) política de acción social y con la política de conciliación laboral. ¿Estamos trabajando en estos terrenos todo lo que podemos? ¿La austeridad económica no permite realizar ninguna actuación en este terreno? Sin duda, muchas son las reflexiones que en este apartado faltan por hacer y me gustaría contar con la tuya. ¿Te animas a aportar tu granito de arena para mejorar la Universidad Rey Juan Carlos?
PERSONAL DE ADMINISTRACIÓN Y SERVICIOS
Si los estudiantes son lo que da sentido en gran medida a la labor de la Universidad y los profesores son el canal esencial a través del cual se cumple con las funciones básicas de una institución de educación superior, el personal de administración y servicios constituye la base sobre la que se asientan ambos elementos. De su buen hacer depende que los procesos operativos de la universidad funcionen. Su concurso es fundamental y por ello debemos plantear un proyecto en el que se sientan motivados.
Las condiciones profesionales de los integrantes de este colectivo a consecuencia de la reducción de la financiación pública y la disminución de la plantilla se encuentran en un escenario que ha llevado a la desmotivación y al reparto irregular de carga de trabajo en los servicios. Las últimas modificaciones de la Relación de Puestos de Trabajo han llevado consigo una interpretación unilateral que ha provocado inseguridad e incertidumbre en lugar de favorecer la movilidad del personal con los recursos legalmente establecidos.
La bandera de la austeridad llevó al equipo de gobierno actual a la reducción de la productividad de los cargos del Personal de Administración y Servicios y a la eliminación de puestos de alto nivel. Especialmente mediática resultó la eliminación de todas las vicegerencias a excepción de la de asuntos económicos. La realidad, sin embargo, más allá de anuncios, es diferente. Donde antes había cargos con «título oficial» ahora hay asesores técnicos, difíciles de localizar (véase el funcionamiento del directorio) y que reciben unos emolumentos equiparables a la anterior situación. Algún ejemplo más: en el último consejo de gobierno ordinario, se aprobó el incremento del nivel de los gerentes de campus (nivel 29) y se crearon los puestos de coordinador técnico de campus (nivel 26), reservados para funcionarios del grupo A1. ¿Es mejor esta organización? ¿En qué se justifica ese incremento de nivel para la gerencia de los campus? ¿Es una buena idea una única vicegerencia?
En los últimos meses se ha ido consolidando el personal laboral temporal. Este personal ha accedido a sus puestos de trabajo sin ningún tipo de prueba de mérito y capacidad y se le ha estabilizado en detrimento del personal interino, que ha visto como la bolsa de trabajo a la que pertenecen permanecía congelada. ¿Es una política motivadora?
Como en otras ocasiones, tengo que referirme a la ausencia de un plan que de sentido a estos movimientos. No puedo tener un conocimiento firme de si estas actuaciones son o no convenientes porque, hasta donde sé, no ha habido un estudio detallado de las necesidades reales y, desde luego, no se ha comunicado.
El personal de administración y servicios debe estar alineado con la estrategia de la Universidad. Como pieza fundamental en el funcionamiento de nuestra institución, debemos realizar un estudio serio y profundo sobre las necesidades de personal en número y cualificación profesional, haciendo una distribución racional y motivada. Este estudio debe contar con la participación de los principales protagonistas, que son los que tienen el conocimiento de las problemáticas del día a día.
El personal de este colectivo nos requiere favorecer el impulso de la carrera profesional tanto funcionario como laboral, que se eliminen las situaciones de precariedad en el empleo y que se favorezca la movilidad interna y la promoción. ¿Debemos invertir en nuestro capital humano, poniendo en marcha un plan de formación que tenga en cuenta las necesidades reales que existen en los diferentes servicios? ¿Debemos motivar a los responsables y a los propios trabajadores a participar en esa formación? ¿Está suficientemente informado el personal de administración y servicios? ¿Conocen cuál es la política de la casa y cuál es su contribución al buen funcionamiento?
Finalmente, no podemos dejar de preguntarnos sobre si estamos realizando suficiente trabajo en lo que a acción social y a conciliación se refiere. Como en el resto de apartados, me gustaría mucho poder completar estas reflexiones con las tuyas. Por nuestro proyecto común, no dejes de hacerlo.
SOCIEDAD
Aunque nuestra comunidad universitaria más cercana está formada por los estudiantes, el personal docente e investigador y el personal de administración y servicios, no podemos olvidar que la Universidad Rey Juan Carlos es una institución pública inserta en un entorno al que tiene la obligación de devolver el valor que le da y con el que necesariamente tiene que establecer vínculos.
De ese entorno proceden nuestros futuros estudiantes y en ese entorno, en gran medida, se integrarán nuestros egresados. Allí podremos encontrar fuentes de financiación y para él tenemos la obligación de generar conocimientos y propuestas de formación de calidad. Por naturaleza, no podemos renunciar a nuestra responsabilidad social y a realizar una propuesta sostenible política, social, medioambiental y económicamente.
Sin embargo, ¿cuál es nuestra política a este respecto? No hay plan, como en tantas otras facetas y esto nos ha conducido a una situación en la que quizá no se hayan dado todos los pasos necesarios en este ámbito. Creo que es mucho el trabajo que se puede hacer en este terreno y que de la bondad de este planteamiento dependerá la solución de algunos de los problemas que minan las bases de la Universidad Rey Juan Carlos. De hecho, en las diferentes funciones de la Universidad me he referido a esta cuestión: ¿cómo debería ser nuestra comunicación externa? ¿Estamos haciendo una buena política de cooperación al desarrollo? ¿Podemos llevar a cabo más acuerdos con nuestros Ayuntamientos de referencia? ¿Debemos intensificar nuestra relación con empresas?
Seguro que a ti, como a mí, te surgen muchas cuestiones y tienes respuestas. Me encantaría que las compartieras conmigo. Juntos podemos contribuir a mejorar la Universidad Rey Juan Carlos.
DOCENCIA
En el curso 2015-16 se ofertaron un total de 52 planes de grado, 50 dobles grados, 63 másteres oficiales y 13 programas de doctorado. Estas cifras son una clara muestra del enorme esfuerzo que se ha realizado en la adaptación de la oferta de estudios oficiales, y que ha recibido el refrendo de parte de los estudiantes, con un crecimiento vertiginoso del número de alumnos que forman parte de nuestra comunidad universitaria, situándonos como la segunda Universidad de la Comunidad de Madrid en tamaño (medido por el número de estudiantes matriculados) y entre las diez primeras de España. Este es un hecho que nos hace sentir orgullosos del trabajo realizado y de la pujanza que nuestra institución muestra en el panorama universitario nacional.
No obstante, estas cifras también muestran una realidad menos favorable y es la gran complejidad de nuestra oferta educativa y la desigual acogida de estas titulaciones. Además, en el caso de algunos planes de estudio, el déficit de recursos materiales y humanos ha supuesto un estrés adicional. Estos hechos encuentran su explicación, al menos en parte, en la falta de un plan estratégico de nuestra oferta académica, hecho que se ha puesto de manifiesto en varias ocasiones en los órganos de dirección de nuestra Universidad.
Esta excesiva complejidad tiene implicaciones negativas que afectan a los distintos colectivos que conforman la Universidad Rey Juan Carlos: a los futuros estudiantes se les plantea una oferta confusa, al personal de administración y servicios se le encomienda una tarea compleja y difícil de explicar y a los profesores se les embarca en la asunción de grupos numerosos y con perfiles muy diferentes.
Al hilo de esta reflexión, me surgen diversas preguntas: ¿se ha realizado algún tipo de planificación de esa oferta? ¿Se ha investigado en profundidad cuál es la demanda de perfiles laborales, qué ofertas similares existen en instituciones próximas y tantos otros factores externos que pueden afectar a nuestros grados y másteres? ¿Disponemos de los recursos materiales y humanos para poder afrontar con garantías de éxito la búsqueda de la excelencia en la docencia en determinadas titulaciones? ¿Están jugando las Facultades y Escuelas el papel protagonista que deberían tener en este ámbito? ¿Estamos explicando a nuestros futuros estudiantes cuál es nuestra oferta y cuáles son las características de los estudios que van a llevar a cabo?
Tampoco debemos olvidar la discusión que aún sigue viva sobre la migración nuevamente a un modelo de planes de estudio basado en el 3+2. Desde nuestro punto de vista, el modelo actual no ha tenido tiempo suficiente para madurar. Creemos que los esfuerzos de diseño que se han realizado no deben agotarse cuando apenas se han puesto en marcha las titulaciones, haciendo que los estudiantes vean afectada su seguridad, con titulaciones que decaen con muy pocos años de vida. ¿Cuál es la postura que debemos adoptar en este terreno?
Con el objetivo de incrementar el valor de nuestra oferta docente, además de las acreditaciones obligatorias que la legislación vigente obliga a realizar y que, hay que poner de manifiesto, se están obteniendo satisfactoriamente, podemos trabajar en la consecución de acreditaciones internacionales y sellos de excelencia europeos y americanos. Estos procesos ratifican y ayudan a comunicar la excelente labor realizada y ofrecen a los estudiantes una garantía de calidad de la formación recibida. ¿Es conveniente hacer un esfuerzo en este terreno?
La excesiva oferta de titulaciones en un entorno en el que la contratación de profesorado ha estado tan limitada ha llevado a tomar decisiones dramáticas y que claramente suponen una renuncia (involuntaria) para profesores y estudiantes. Concretamente, la reducción (en muchos casos, a la nada) de la optatividad supone un menoscabo a los derechos de los estudiantes y un notable empobrecimiento de la oferta formativa de la Universidad Rey Juan Carlos. ¿Debemos mantener esta situación? ¿Debemos hacer un esfuerzo en este terreno para que profesores y estudiantes vean corregida esta circunstancia?
Por otro lado, el fuerte crecimiento en el número de estudiantes que pasa por nuestras aulas implica también un incremento de la complejidad en la gestión de determinados procesos que, por otra parte, nunca han sido sencillos. Dos cuestiones tienen que ser mejoradas sin demora: las prácticas obligatorias y los trabajos de fin de grado y de máster. ¿Deberíamos volver a descentralizar estas cuestiones? ¿Deberíamos intentar establecer más vías de acuerdo con empresas e instituciones públicas para conseguir acuerdos de prácticas mejores?
¿Resulta conveniente, en esa adaptación de la oferta formativa de nuestra Universidad, la consideración de incorporar, bien en el diseño de los títulos, bien como actividades de extensión, habilidades generales cuya valoración en el entorno profesional es defendida en multitud de foros? ¿O bien podrían realizarse como actividades de extensión universitaria?
Tampoco podemos obviar el creciente interés por parte de empleadores y, por tanto, de estudiantes respecto a las titulaciones bilingües, que añaden un valor adicional a los estudios. En este frente, la Universidad Rey Juan Carlos ha hecho un esfuerzo que, sin embargo, a la vista de los datos, no ha sido suficiente.

Este crecimiento no puede realizarse sin ofrecer compensación a nuestros profesores ni las herramientas adecuadas.
Precisamente, también debemos proseguir en el terreno de la renovación de nuestros equipamientos docentes, incorporando nuevas tecnologías que faciliten la labor a nuestros profesores y que maximicen el aprovechamiento de nuestros estudiantes. Contamos con unas magníficas instalaciones que, sin embargo, se deterioran inexorablemente. Además, debemos insistir en la mejora continua en nuestro aula virtual, potenciando el uso y la creación de contenidos. La UPCA ha demostrado una magnífica pero insuficiente (en volumen) capacidad para producir materiales.
Todas esas tecnologías, que sin duda son interesantes, deben ir acompañadas de innovación. En este terreno, las convocatorias de innovación docente, tanto en el plano virtual como fuera de él, deben ser dotadas convenientemente con el objetivo de motivar a nuestro profesorado en una capacidad tan crítica y, sobre todo, deben ser orientadas e integradas en un plan que contemple objetivos concretos que permitan aprovechar los frutos de los esfuerzos realizados.
Aunque no hay datos que ofrezcan una explicación detallada de esta realidad, lo cierto es que a pesar del vertiginoso incremento de estudiantes de la URJC, no conseguimos que estos alumnos nos elijan para continuar sus estudios con un posgrado. Cierto es que en el presente curso académico se ha hecho un esfuerzo notable en la captación de estudiantes y que se está perseverando. En este sentido, cifras como la del gráfico deben ser aumentadas notablemente en los próximos años.

También hay que destacar la excelente labor que se ha desarrollado en la Escuela Internacional de Doctorado, que nos sitúa en una posición de ventaja respecto a las universidades de nuestro entorno. Sin embargo, esta apuesta debe ser potenciada, evitando caer en la autocomplacencia. No olvidemos que de la excelencia de esta Escuela y de la Escuela de Posgrado dependerá, en buena medida, la renovación de nuestra plantilla docente. En este sentido, algunas experiencias en otras universidades han puesto de manifiesto el interés de convocar ayudas para que estudiantes de posgrado se incorporen como asistentes para la docencia, lo que permite captar prematuramente talento y, al mismo tiempo, facilita la labor en el aula, especialmente compleja cuando el número de estudiantes se incrementa.
Finamente, también es interesante realizar alguna reflexión sobre la burocracia, tan necesaria como desagradable. Supone pérdidas de tiempo para profesores y estudiantes que, a menudo, no entienden por qué deben invertir sus esfuerzos en gestiones aparentemente sencillas. Cierto es que se ha avanzado mucho en este terreno pero también que no debemos caer en la tentación de pensar que hemos llegado al límite.
Sin duda, muchos son los temas que me dejo por tratar y muchos los interrogantes que me planteo. Me encantaría contar con tu visión. ¿La compartes conmigo?
Investigación y transferencia
La actividad de investigación en España está soportada de forma mayoritaria en las instituciones universitarias. Esta es una gran responsabilidad a la que nuestra Universidad no ha permanecido ajena, haciendo un esfuerzo notable en este terreno en su corta trayectoria.
Sin lugar a dudas, la docencia y la investigación constituyen un binomio virtuoso al cual debemos apelar en la Universidad Rey Juan Carlos. La ausencia o atrofia de una de ellas conduce necesariamente al empobrecimiento de la otra mientras que su desarrollo conjunto supone su retroalimentación.
Muchos son los esfuerzos que se han realizado en la Universidad Rey Juan Carlos en este terreno pero, sin embargo, las cifras muestran con elocuencia una menor intensidad de la que hubiera sido deseable: en los presupuestos de nuestra Universidad en 2016, el programa Investigación supuso algo más de 6,5 millones de euros, lo que supone poco más del 5% del presupuesto total. Es cierto que esta cifra no incorpora gastos de las infraestructuras generales ni del personal. Sin embargo, ¿esta es la apuesta que queremos hacer por la investigación?
Tampoco la captación de fondos provenientes de convocatorias públicas o de empresas privadas destinados a investigación ha sido relevante. Las medidas voluntariosas del equipo de gobierno con la reducción drástica del canon de la Universidad por costes indirectos en los proyectos al amparo del artículo 83 de la LOU no han tenido los resultados esperados, con un crecimiento menor de lo deseado en la captación de fondos por esta partida. ¿Qué está fallando? ¿Se están poniendo todos los medios posibles para captar fondos en este terreno? Veamos algunas cifras.

Son destacables los esfuerzos en las convocatorias para el estímulo de la investigación a través de complementos basados en la producción científica. Este tipo de iniciativas contribuyen a la motivación del personal docente e investigador y, seguramente, deban ser mantenidas.
Sin embargo, ¿deberíamos hacer más esfuerzos en el lado de los recursos o sólo insistir en los resultados? ¿Tenemos las infraestructuras que necesitamos o deberíamos mejorar? ¿Debemos facilitar ciertos procesos en determinadas áreas para la contratación de personal o no? ¿Deberíamos iniciar una política de captación de talento? ¿Cuál debería ser la postura de nuestra Universidad en lo que se refiere a la incorporación de investigadores a través de programas como Juan de la Cierva, Ramón y Cajal o Marie Curie? ¿Deberíamos intentar contratar investigadores de reconocido prestigio para potenciar la investigación en determinadas áreas? ¿Podríamos realizar contratos predoctorales para la incorporación de nuevos investigadores con proyección? ¿Podría ayudarnos la creación de una oficina o centro de apoyo al investigador que asuma, entre otras, funciones burocráticas y de prospección de convocatorias e, incluso, oportunidades en empresas?¿Deberíamos tratar de rediseñar el departamento de investigación actual para conseguir más eficiencia en la burocracia vinculada a los proyectos de investigación? ¿Debería recuperarse la actividad de la comisión de investigación?
En coherencia con las bases que defiendo, considero necesario realizar un plan estratégico que contemple el futuro de la investigación en la Universidad Rey Juan Carlos. Un plan que sea participativo y comunicado a toda la comunidad universitaria, que busque el consenso y en el que juntos propongamos un modelo que nos ayude a mejorar. Se trata de respetar las diferencias, quizá más ostensibles en esta función esencial de nuestra institución, y aprovechar el enriquecimiento que nuestra diversidad supone. De hecho, considero muy interesante el fomento de la formación de proyectos interdisciplinares que puedan constituir una clara muestra de esta colaboración.
Otro aspecto que debe mejorarse, en la medida de lo posible, es la comunicación externa de la actividad que desarrollamos en este terreno. No hemos tenido un departamento de comunicación suficientemente dotado. Nos guste o no, lo que no se comunica, “no existe”. No podemos renunciar a ello por muchas razones, entre las cuales no es menor el hecho de que nuestros profesores realizan muchos y buenos trabajos por los que deben ser reconocidos. Debemos, sin demora, corregir esta situación, en este ámbito y otros muchos que afectan a nuestra Universidad. Seguro que a ti, que conoces otras áreas y que te has encontrado con más problemas, se te ocurren formas de mejorar nuestra Universidad. Te agradecería sinceramente que las compartieras conmigo.
La formación permanente
En el contexto actual, considerar que la docencia oficial es la única vía para cumplir con el objetivo de enseñanza de una institución universitaria resulta reduccionista. Al contrario, los programas de Títulos Propios y Formación Continua resultan un medio excelente para cumplir con esta función y, al mismo tiempo, cubrir otros fines también deseables.
De hecho, estos programas ofrecen la ventaja a la Universidad de evitar ciertos retrasos en la concepción y puesta en marcha de acciones de formación, con lo que la capacidad de reacción ante una demanda formativa concreta se incrementa de forma exponencial. La flexibilidad en el diseño de programas permite la adaptación a las necesidades específicas en cuanto a conocimientos, duración y condiciones de impartición. En conjunto, estos aspectos señalan a la formación permanente como una herramienta óptima para el establecimiento de relaciones con empresas e instituciones, en especial con los agentes sociales (sindicatos, organizaciones patronales, etcétera), permitiendo a la Universidad la función de proyectar y transferir conocimientos a la sociedad en la que se inserta y, al mismo tiempo, generar una oferta complementaria para nuestros estudiantes que tenga una orientación plena a la empleabilidad, ofreciéndoles al igual que se ha realizado con los másteres oficiales, condiciones ventajosas para su incorporación.
Además, estas relaciones con empresas e instituciones en las que la Universidad genera valor tangible y directo suponen un medio adecuado para el cumplimiento de otra de las funciones a las que nos hemos referido: el establecimiento de vínculos que faciliten la incorporación de nuestros estudiantes al mercado laboral y la consecución de vías de financiación alternativas para la institución a través de la prestación de servicios, bien relacionados con la docencia, bien derivados de la aplicación de nuestros conocimientos e investigaciones.
En la Universidad Rey Juan Carlos esta función se ha desarrollado de forma errática a lo largo de su historia y con suertes desiguales. En este sentido y en coherencia con los valores que considero que deben sustentar las bases de nuestra institución, es necesario realizar una planificación basada en el análisis objetivo de la situación interna y externa, comenzando con la realización de un mapa de titulaciones y la aplicación de criterios que nos ayuden a discriminar la conveniencia o no de la oferta. Igual que una buena formación puede ser de gran ayuda en el cumplimiento de todas las funciones comentadas, los errores en este terreno pueden suponer todo lo contrario, hipotecando posibles acciones futuras.
Me surgen varias preguntas: ¿cuál es la política que debería seguir nuestra Universidad en este terreno? ¿Qué recursos deberíamos destinar? ¿Deberíamos crear un centro propio con la autonomía requerida para desarrollar esta línea o mantenerlo en nuestra estructura? ¿Se está haciendo todo lo posible en la promociónde esta formación? ¿Qué papel pueden jugar en la generación de MOOCs? Si crees que me puedes ayudar con respuestas o con nuevas preguntas, tu aportación es bienvenida.
VIDA UNIVERSITARIA
Aunque las misiones esenciales de la Universidad son la docencia y la investigación, no debemos renunciar al potencial que una institución como la nuestra puede ofrecer a los distintos colectivos que conforman la comunidad universitaria y, también, a la sociedad que nos rodea. Al contrario, desde un punto de vista social, es nuestra responsabilidad la promoción, en la medida de nuestras posibilidades, de actividades que favorezcan el desarrollo cultural, el deporte o, en general, la extensión universitaria.
Es indudable que ante una situación económica como la que hemos vivido y la que aún vivimos, resulta imprescindible realizar ajustes y eliminar aquellos gastos que son superfluos. Sin embargo, existen lugares intermedios en los que desarrollar nuestra política de gasto en este terreno. Además, también pueden promoverse actuaciones que sin implicar costes adicionales puedan servir para favorecer el acceso a la cultura y el deporte de los universitarios.
En las siguientes líneas me gustaría hacer algunas reflexiones respecto a este tema aunque siempre con la idea clara de que en este terreno, al igual que en el resto, debemos realizar un análisis objetivo y concienzudo de la situación y realizar una planificación, vinculando las actividades a objetivos concretos que, además, emanen del consenso.
Muchos de nuestros profesores realizan un inmenso esfuerzo en la producción de actividades y eventos al amparo de la convocatoria de ayudas que desde hace muchos años se promueve. Lamentablemente, la carestía de otras puertas a las que llamar ha hecho que año tras año se haya incrementado el número de propuestas mientras que la financiación se ha ido reduciendo, desvirtuando además el objetivo de esa convocatoria. ¿Deberíamos eliminar esta convocatoria y condenar a que todos esos proyectos dejen de realizarse? ¿Deberíamos lanzar varias convocatorias para que los proyectos de extensión y de investigación no concurran a la misma? Si estamos mencionando la necesidad de mostrar lo que hacemos y hacemos bien, ¿no resulta un medio adecuado la realización de actividades que comuniquen lo que hacemos?
La Universidad de Verano también ha mostrado ser un proyecto pujante. La decisión del equipo actual de eliminar el precio para la comunidad universitaria ha tenido un efecto llamada. Sin embargo, también ha limitado aún más la financiación del proyecto que, de partida, es nula. Esto condena a que proyectos interesantes no se puedan llevar a cabo. ¿Debemos dejar que esos proyectos no se celebren? ¿Debemos invertir en que nuestra Universidad de Verano sirva para fortalecer relaciones con entidades públicas y privadas?
Las actividades de extensión universitaria también pueden cubrir, a través de formatos más flexibles, los huecos que hemos puesto de manifiesto respecto a la docencia en lo que se refiere al desarrollo de habilidades interpersonales, de comunicación, de autoconocimiento… Son capacidades cada vez más valoradas en las empresas, futuros empleadores de nuestros estudiantes, por los efectos positivos que en el desempeño diario generan. El club de debate es una magnífica iniciativa pero quizá insuficiente. ¿Debemos promover estas actividades? ¿Son un buen complemento para nuestros estudiantes? ¿Y para el resto de la comunidad universitaria?
Respecto a las actividades culturales, nuestra Universidad ha resistido los empellones de la crisis manteniendo, en un modelo más sostenible, la actividad de teatro y las actividades de coro y orquesta, de las que nos sentimos orgullosos por su participación en la vida universitaria. Sin embargo, ciertos eventos que antes se realizaban con mayor asiduidad han visto reducido su peso, incluso a la nada, privando a parte de la comunidad universitaria, especialmente al alumnado que muestra más inquietudes en este sentido, de posibilidades en este ámbito. ¿No deberíamos intentar remontar en este terreno? ¿Queremos una Universidad en la que la cultura brille por su ausencia? ¿No podemos intentar promover acuerdos con otras universidades para conseguir mejoras en este sentido?
En relación con el deporte, debo poner de manifiesto mi desacuerdo con la política desarrollada por el actual equipo de gobierno, que entiendo que está exclusivamente motivada por la austeridad económica. Si bien, finalmente las presiones de la comunidad universitaria promovieron su reapertura, el mero hecho de plantear como solución el cierre de las instalaciones me parece inaceptable. Ahora se mantienen abiertas pero con un uso reducido y en unas condiciones muy mejorables. ¿Debemos dejar que se deteriore así nuestro patrimonio? Teniendo en cuenta la próxima implantación del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, ¿no deberíamos mejorar esta situación? ¿Nos ofrece alguna posibilidad de sinergia este hecho?
Éstas son algunas reflexiones pero, sin duda, hay muchas más y, seguro, que tienes respuestas. Me gustaría que las compartieras conmigo y que juntos intentemos construir la Universidad Rey Juan Carlos que todos queremos.
Proyección a la sociedad y responsabilidad social
Dentro de las actividades que se llevan a cabo dentro de la Universidad Rey Juan Carlos, sin lugar a dudas, las más abandonadas en los últimos años han sido las de apertura hacia la sociedad. ¿Son importantes estas actividades? Pues sí. La importancia de las actividades de proyección radica en que, en muchos casos, constituyen un vehículo perfecto para mostrar a la sociedad en general el resto de funciones que la Universidad desempeña y para establecer puentes de incalculable valor con instituciones y empresas que, a la postre, son vitales para cumplir con parte de los objetivos mencionados: establecimiento de convenios de prácticas y empleo, financiación a través de patrocinios, realización de acuerdos con administraciones públicas para el empleo de instalaciones y así un largo etcétera de posibles rendimientos. ¿Han sido suficientes los esfuerzos? ¿Justifica la austeridad el abandono de estas actividades o ese abandono nos priva del acceso a más recursos? ¿Te parece adecuada la comunicación externa (e interna) de la Universidad Rey Juan Carlos? ¿Cómo crees que es la imagen que estamos proyectando? En el terreno internacional, ¿debemos intentar avanzar o está todo hecho?
La naturaleza pública de nuestra institución nos obliga moralmente a incluir la función de responsabilidad social entre uno de nuestros fines. Son muchas las iniciativas que hemos puesto en marcha aunque su capitalización no siempre ha sido la más adecuada. Quiero destacar la magnífica labor realizada en tareas de cooperación al desarrollo y voluntariado, para la que existe margen de mejora, pero que ha creado un importante antecedente. Nuestros estudiantes se han mostrado comprometidos con su mundo y han encontrado en la Universidad Rey Juan Carlos un medio para canalizar esa inquietud.
También quiero explicitar el importante valor que el Programa URJC de Derechos Humanos ha tenido en nuestra Universidad. Son muchos y valiosos los proyectos desarrollados y considero que es una línea relevante y sobre la que no podemos dejar de insistir.
Respecto a la sostenibilidad medioambiental, como comenté en las bases para la mejora, considero fundamental la insistencia en el programa desarrollado. Debemos trabajar en la consecución de un modelo de Universidad que sea respetuoso con el entorno, realizando una completa auditoría medioambiental y tratando de adoptar medidas participativas en las que consigamos reducir al mínimo el impacto de nuestra institución al tiempo que fomentamos este comportamiento entre los miembros de nuestra comunidad, dentro y fuera de nuestras instalaciones.
El programa Universidad Saludable, en el que fuimos una institución pionera, también debe ponerse en valor. En la actualidad hay varias actuaciones en marcha pero considero que también es necesario realizar un análisis sobre su situación y sobre posibles medidas a incorporar.
Sé que estos temas te preocupan tanto como a mi y te agradeceré mucho cualquier propuesta que me puedas hacer llegar.
Financiación y Gestión Económica
Somos la segunda Universidad por número de estudiantes de Madrid, una métrica que es sin duda relevante y que nos plantea como un proyecto con fuerza, de servicio público. Somos también, según la Fundación Conocimiento y Desarrollo en su informe de 2015, la institución pública universitaria peor financiada de España, con una diferencia además absolutamente alarmante (más de un 33% respecto a la segunda peor financiada, medido además en términos relativos en cuanto a número de estudiantes), como puede apreciarse en el gráfico.

Esta es una situación que mediatiza completamente el comportamiento de nuestra Universidad y que necesita de medidas contundentes. ¿Debemos abrir una negociación con la Comunidad de Madrid, poniendo de manifiesto que esta situación es insostenible? No hay ningún motivo que explique por qué, por ejemplo, la Universidad Autónoma de Madrid, algo menor en número de estudiantes, nos triplica en la transferencia recibida. Por otro lado, ¿debemos intensificar esfuerzos en conseguir fuentes alternativas de financiación? A lo largo de las reflexiones de esta página he mencionado algunas: a través de la formación permanente, a través de la transferencia de resultados de investigación a empresas y a través de patrocinios y mecenazgos. Nuestro objetivo final, como institución pública de enseñanza, no puede ser financiero pero debemos aspirar a conseguir una base presupuestaria firme en la que asentar nuestro proyecto.
En el apartado económico, ¿tenemos que aspirar a la estabilidad o al superávit? Los resultados financieros buenos muestran una gestión honrada y austera. No hay duda de que la primera es una cualidad obligada para cualquier gestor de lo público o de lo privado. La austeridad, bien entendida, también. Sin embargo, mal entendida puede terminar ahogando magníficas iniciativas en una escasez de recursos que, al cabo, no parece que esté justificada más allá de en un ejercicio de responsabilidad social mal ejecutado.
La verdadera responsabilidad de una institución que presta servicios públicos es atender, al menor coste posible, el objetivo que se establece para ella. Nuestro objetivo es, de forma general, dar la mejor docencia posible, la investigación más excelente y la puesta en práctica de actividades que completen la formación de los estudiantes y que devuelvan a la sociedad en general parte de lo que nos da, no sólo en forma de transferencias de fondos sino también en apoyo institucional. Esa responsabilidad no puede desarrollarse a coste cero. Juntos hemos hecho esfuerzos muy importantes. Ningún profesor, ni personal de administración y servicios ni estudiante ha alzado la voz cuando el devenir económico nos ha llevado a un entorno en el que los sacrificios eran necesarios. Pero las cuentas están ahí y son contundentes. ¿Podemos seguir pidiendo esfuerzos innecesarios, tratando diferente a los iguales? ¿Nuestra comunidad universitaria no merece oportunidades o los mismos medios que los de otras instituciones que están en situaciones similares? Esfuerzos y sacrificios los que sean necesarios. Pero si no son necesarios, ¿por qué nos procuramos una falsa realidad que nos hace sentir erróneamente orgullosos? Modestamente, creo que el objetivo principal de una Universidad pública no puede ser ahorrar fondos. Malgastarlos tampoco.
Consciente de la importancia de este tema, quería compartir estas reflexiones y sé que tu tienes una opinión a este respecto y me gustaría que la compartieras conmigo. Creo que debemos buscar el consenso y plantear un modelo económico sostenible con nuestra actividad. Por favor, dame tu opinión y tus sugerencias. Las agradezco.
Campus, Instalaciones y Servicios
En los últimos años hemos asistido al crecimiento de nuestra Universidad. La creación del Campus de Aranjuez ha sido el hito más llamativo si bien no el único. La apertura del edificio de Ferraz o la reciente adquisición del edificio en la Calle Velázquez son muestras de este crecimiento. Permíteme que reitere una máxima que no puedo perder de vista: planificación. No sé si estas adquisiciones y aperturas son positivas o negativas porque no sé a qué responden.
Tampoco tengo claro que la política que hemos seguido con los diferentes servicios que se prestan en los campus sea la mejor. Es cierto que han supuesto un cuantioso ahorro. Sin embargo, como trabajo cada día en la Universidad también he podido asistir al deterioro de los servicios prestados: ni la limpieza es suficiente, ni el personal auxiliar está disponible cuando se le necesita, ni se percibe que el servicio de seguridad genere la presencia que requiere una institución como la nuestra. ¿Debemos ahorrar 17 millones si eso supone que todos trabajemos o estudiemos en un lugar claramente infradotado?
Al mismo tiempo, aunque tenemos la enorme suerte de contar con unas magníficas instalaciones, éstas, al igual que la institución, van cumpliendo años y se van deteriorando. Si no tomamos medidas (algunas se han tomado y además de forma brillante), se irán haciendo insostenibles. Un claro ejemplo son las instalaciones deportivas. ¿Deberíamos replantearnos esta situación?
Por otro lado, la residencia del campus de Vicálvaro ha demostrado ser de una gran utilidad, tanto para estudiantes como para profesores. Además, ha permitido dinamizar en muchos casos la llegada de profesores de otras universidades que han encontrado, a un coste razonable, un lugar cómodo para su estancia. Estos hechos me hacen reflexionar sobre si sería conveniente estudiar otras necesidades en este sentido.
Somos una institución dedicada al conocimiento y, como tal, en la sociedad actual, es imperativo para ser competitivos en este terreno, contar con los mejores medios posibles en lo que se refiere a infraestructura tecnológica. Sin embargo, ni estudiantes ni profesores tenemos una dotación actualizada y suficiente en este terreno.
Debemos aspirar a realizar un plan a largo plazo, con financiación suficiente, que permita realizar una renovación suficiente de los equipos informáticos. Además tenemos que avanzar en el terreno de las aplicaciones. Es cierto que en los últimos tiempos se ha mejorado en este ámbito y hay que aplaudir la iniciativa. Sin embargo, no podemos caer en la complacencia. Al contrario, al igual que en la biblioteca, no podemos escatimar recursos en este sentido.
Sé que, como yo, cada día, utilizas los medios de la Universidad y seguro que tienes tus ideas al respecto. Por favor, vamos a intentar ayudar a realizar juntos una mejor Universidad, compartiendo nuestra opinión.
Biblioteca
No puede concebirse el proyecto de una gran Universidad sin una gran biblioteca. En general, tenemos la suerte de contar, como en otros muchos departamentos, con un personal de excepcional profesionalidad y entrega que ha realizado durante estos años una gran labor con unos medios muy limitados. Sin embargo, en los últimos tiempos especialmente, se han reducido de forma importante las incorporaciones de referencias nuevas y se ha limitado el número de ejemplares destinados al estudio. Es cierto que se han puesto en marcha proyectos como el préstamo electrónico de libros o la maleta viajera interna, cuyo funcionamiento está siendo notable.
Creo que debemos invertir en este recurso y aprovechar el potencial que tiene. ¿Podría ayudar el personal del servicio de biblioteca a los investigadores en tareas como la búsqueda de indicios de calidad de sus trabajos?
En estos últimos años, hemos sufrido un verdadero retroceso en la política de acceso abierto, en contra de la corriente que sigue el resto de las universidades madrileñas y casi diría del mundo. ¿Tiene sentido ir en contra de una corriente que parece, a todas luces, imparable? Si las normativas a nivel nacional y europeo exigen cada vez más la publicación en abierto, ¿debemos poner trabas?
Respecto a las nuevas ubicaciones en las que se están desarrollando actividades académicas, creo que también deben incorporar, en la medida en que sea posible, presencia del servicio de biblioteca. Como decía en el inicio, no podemos concebir una gran Universidad sin una gran biblioteca.
Sin duda, caben muchas sugerencias en este terreno y me gustaría que entre todos, con la puesta en común, podamos construir un futuro mejor para nuestra Universidad. Te ruego, por tanto, que compartas tu visión conmigo.